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Más de 100 años de historia

Barcelona ‘bolibariana’ (La Vanguardia)

En el año 2010 La Vanguardia decidió dar voz a Bolibar y su centenario a través de un artículo dedicado al establecimiento. Reflexiona sobre la importancia de valorar las celebraciones de eventos cotidianos, como el centenario de una ferretería que es destacada como un símbolo icónico en la ciudad de Barcelona, siendo visitada por múltiples generaciones de barceloneses.

El jueves, un grupo numeroso de barceloneses nos acercamos en tropel a la rambla Catalunya a la altura de Consell de Cent, convocados por un establecimiento. Fue entre las siete y las ocho, a la hora de los cócteles y de las inauguraciones. De hecho, hubo canapés y parlamentos, pero nadie inauguró nada ni presentó ningún libro ni disco ni colección de moda alguna. Y, sin embargo, cualquier cronista cultural que pasara por ahí hubiera podido perpetrar uno de esos artículos cargados de nombres en negrita. No hubo ron ni combinados, pero hubo copas para todos, tanto en el interior como en la acera ramblera de enfrente. Dada la naturaleza metálica del convocante, algunos aspirábamos a tomarnos un destornillador (vodka con naranja), pero al final brindamos con cava. La ocasión se lo merecía. La Ferretería Metal·listeria Bolibar cumplía cien años en el negocio. Un siglo de la nueva generación bolibariana define con un eslogan digno de una campaña electoral: “Bolibar, 100 anys obrint portes”. Pero que también hubiera podido ser “100 anys fent manetes”, “100 anys de claus” o “100 anys apanyant-nos”, entre estos eslóganes alternativos que circularon el jueves entre la concurrencia que tomó el local reivindicando las tres últimas letras de Bolibar. Los centenarios pueden ser muy cargantes. Normalmente, los asociados a (presuntos) grandes hitos culturales que a alguien le interesa recuperar para darse pisto, a lamentables hechos luctuosos que nos permiten recrearnos en las desgracias del pasado o a personajes olvidados cuyos espabilados descubridores aprovechan para reivindicarse. Pero el centenario de una ferretería es otra cosa. Es la celebración de la cotidianidad. Muchas generaciones de barceloneses hemos entrado en Bolibar a por cerraduras o tornillos o clavos o manguitos o alguno de los múltiples productos de hierro o derivados. Y otros muchos también fueron clientes aun sin saberlo, porque su lampista decidió proveerse allí de todo lo necesario para cambiarles las bisagras de esa puerta que chirriaba o para instalarles una barbacoa. Y mientras eso pasaba, la ciudad y el país evolucionaban, tal como se refleja en la nítida cronología del férreo establecimiento, impresa en un Din A4 tan interesante como los que edita el cine Verdi para explicar las películas que exhibe.

Porque, más allá de los avatares familiares de las tres generaciones de ferreteros (Santiago, Jordi y ahora la bella BB: Bruna Bolíbar), la cronología es un reflejo nada pálido de la evolución social. En 1929, el establecimiento participa en la Exposición Internacional con unos bronces artísticos que le reportan un galardón; en 1932, vive un gran descenso de las ventas que desemboca en unas reformas con rótulos de estilo cubista racionalista; en 1936, el establecimiento pasa a manos del Comité de Control Obrer y la Generalitat paga los salarios de los trabajadores; en 1858, en un contexto de recuperación económica, el famoso Plan de Desarrollo franquista permite acceder al comercio internacional, y ya en 1990, la actual gerencia empieza la necesaria informatización de la tienda, hecho nada banal si tenemos en cuenta que inventariar sus productos equivale a contar los granos de arena de cualquier playa. Los dirigentes de la ciudad andan en horas bajas por culpa de las letras A, B y C asociadas a la D de Diagonal y a la F de fiasco faraónico. Urge recuperar el sentido de la proporción, otrora tan común y hoy en desuso. La letra B de Barcelona está asociada a la C de centenario. Lo demuestra la B del doctor Broggi y, desde el jueves, la B de Bolibar.

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