En este artículo la revista Hoy Mujer repasó nuestra evolución y gestión del negocio familiar, así como la variedad de nuestros productos, en la que conviven herrajes que pueden ser considerados joyas, diseñados por Gaudí o Norman Foster.
De los herrajes para carruajes a los pomos luminosos
EFE
La ferretería Bolibar acaba de cumplir cien años, regentada por la misma familia y situada en la misma céntrica calle de Barcelona, cosa nada fácil en estos tiempos difíciles para el pequeño comercio, amenazado por las grandes superficies y la crisis económica.
Según la Unión de Profesionales Trabajadores Autónomos (Upta), cada día cierran en España 135 comercios, por lo que resulta reconfortante escuchar a Jordi Bolíbar, ya jubilado, relatar que la tienda que ahora regenta su hija ha conseguido superar «la crisis de principios de los setenta, la de principios de los noventa y el crac del 29, entre muchos otros malos momentos».
Las cosas han cambiado mucho en estos cien años, tal como explica su hija, Bruna Bolíbar, que recuerda que su abuelo empezó «vendiendo herrajes para carruajes» y ahora ella ofrece «leds para iluminar muebles y pomos para puertas con iluminación interior, algo impensable en aquellos tiempos».
En la tienda, situada en la Rambla de Catalunya, todavía se pueden encontrar piezas de metal que siguen fabricándose igual que hace cien años, con los mismos moldes y mediante el proceso de fundición a la tierra.
Estas piezas artesanales conviven con pomos y manivelas fabricados con los materiales más modernos y diseñados por arquitectos como Norman Foster o Ricard Bofill.
No obstante, la pieza que tiene más éxito es una mirilla diseñada por Gaudí para la Casa Calvet, «que resulta deslumbrante y le gusta mucho a los turistas», según Bruna Bolíbar.
La ferretería Bolibar empezó a andar en diciembre de 1909 de la mano de Santiago Bolíbar, que era menor de edad, por lo que su padre tuvo que firmar un documento de emancipación, a fin de que Santiago pudiera rubricar la escritura de fundación del comercio.
Así nació Ferretería Metalistería Bolibar, un establecimiento que en los primeros años estuvo en el número 106 la Rambla Catalunya y en 1912 se trasladó al número 43, donde aún permanece.
De hecho, nació como Graupera y compañía, porque los Bolíbar eran una familia de ingenieros sin experiencia comercial; algo que sí tenía el socio, Josep Graupera.
Pero este falleció en 1910, quedándose Santiago solo al frente de su nueva aventura empresarial, que cien años después sigue viva y regentada por su nieta.
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